Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, II



Comentario

Capítulo octavo
De las cerimonias que hazía el que hazía el banquete cuando començavan los cantores el areito, y lo que hazían por toda la noche

Al tiempo de començar el areito, ante todas cosas ofrecían flores y otras cosas al dios Uitzilopuchili en su oratorio, en un plato grande de madero pintado, y después ofrecían en otras capillas de los ídolos. Una se llamava Uitznáoac, otra Puchtlan, otra Yopico, otra Tlamatzinco. En los altares de estas capillas ponían flores, y a la postre ponían flores en el oratorio del que hazía la fiesta. Y delante del atambor y teponaztli, en un estrado de heno, que estava delante del atambor y teponaztli, ponían flores que se llaman xuchicózcati y icpacxúchitl, y ponían dos platos en que ponían dos cañas de perfumes ardiendo. Esto era [a] la medianoche.

Haviendo ya ofrecido flores en las partes ya dichas, començavan el cantar. Lo primero era silvar, metiendo el dedo menor doblado en la boca. En oyendo estos silvos los de la casa, luego suspiravan y gustavan la tierra, tocando con el dedo en la tierra y en la boca. Oyendo los silvos, dezían: "Sonado ha nuestro señor." Y luego tomavan un incensario como caço y cogían brasas del fuego con él, y echavan en las brasas copal blanco que se llamava tzioaccopalli, muy limpio y muy oloroso. Dezían que era su suerte. Y luego salía al patio de la casa un sátrapa, y un sacristanejo llevávale unas codornizes. Y llegando adonde estava el atambor, luego ponían el incensario delante de él, y descabeçava luego una codorniz; echávala en el soelo; allí andava reboleando; y mirava a qué parte iva. Y si iva volateando hazia el norte, que es la mano derecha de la tierra, tomava mal agilero, y dezía: "Este era el dueño de casa: enfermará o murirá." Y si la codorniz, volateando, iva hazia el occidente o hazia la mano izquierda de la tierra, que es el mediodía, alegrávase, y dezía: "Pacífico está dios; no tiene enojo contra mí." después de haver hecho esto, tomava el incensario y poníase frontero del atabar, y levantava el incensario hazia el oriente. Luego se bolvia al occidente y incensava hazia aquella parte otras cuatro vezes, y luego se bolvia hazia el mediodía y incensava otras cuatro, vezes, luego se bolvía hazia el norte y incensava otras cuatro vezes.

Haviendo hecho esto, echava las brasas del incensario en el hogar o fugón alto, y luego salían los que havían de hazer el areito y començavan a cantar y a bailar. Salía primero el tlacatéccatl, y tras él todos los soldados que llaman cuacuachicti, y los que llaman otómi, y los que llaman tequiuaque, que son como soldados viejos. Empero, los señores mercaderes ni los otros mercaderes no bailavan, sino estavan en sus aposentos mirando, porque ellos eran los autores del combite. Y los mercaderes viejos recebían a los que venían, y dávanles flores a cada uno, según su manera, con diversas maneras y hechuras de flores. Una se llaman amacázcatl; otra se llaman xiuhtezcayo; otra se llaman ichquequetzalli pepeyocyo metzcuitlatica.

La primera cosa que se comía en el combite eran unos hunguillos negros que ellos llaman nanácatl; emborrachan y hazen ver visiones, y aun provocan a luxuria. Esto comían ante de amanecer, y también bebían cacao ante de amanecer. Aquellos hunguillos comían con miel. Y cuando ya se començavan a escalentar con ellos, començavan a bailar; y algunos cantavan, y algunos lloravan, porque ya estavan borrachos con los hunguillos. Y algunos no querían cantar, sino, sentávanse en sus aposentos. Estavan allí como pensativos. Y algunos vían en visión que se murían, y lloravan; otros vían en visión que los comía alguna bestia fiera; otros vían en visión que captivavan en la guerra; otros vían en visión que havían de ser ricos; otros vían en visión que havían de tener muchos esclavos; otros vían en visión que havían de adulterar, y les havían de hazer tortilla la cabeça por este caso; otros vían en visión que havían de hurtar algo, por lo cual le havían de hazer tortilla la cabeça; otros vían en visión que havían de matar a alguno, y por el caso havían de ser muertos; otros vían en visión que se ahogavan en el agua; otros vían en visión que vivirán y murirán en paz; otros vían en visión que caían de alto y murían de la caída. Todos los acontecimientos desastrados que suelen haverlos, vían en visión. Otros vían que se sumían en el agua en algún remolino. Desque havía passado la borrachera de los hunguillos, hablavan los unos con los otros cerca de las visiones que havían visto. Y también estos que se emborrachavan vían en visión lo que havía de acontecer a los que no comían los hunguillos, y dezíanselo. Y aun vían los maleficios en que andavan otros. Y también vían los que havían de captivar en la guerra y a los que havían de hazer capitanes por ello, y los que havían de murir en la guerra, y los que havían de ser ricos y tratantes de esclavos, y valerosos, y los que havían de adulterar, o se havían de ahorcar o murir en el agua, o havían de murir fuera de sus casas. Todo lo vían en aquella borrachera. Cuando llegava la medianoche, el dueño de la casa que hazía el combite ofrecía papeles goteados con ulli con aquellas cerimonias que arriba se dixo. Y también bevían cacao, andando bailando. Una o dos vezes ante que amaneciesse hasta la mañana cantavan algunos cantares: unos que se llaman tlamelauhcáyotl; otros que se llaman uexotzincáyotl; otros que se llaman chalcacuícatl. Y la ofrenda que hazía el dueño de la casa con las cerimonias arriba dichas, en acabándola de hazer, enterrava las ceniças y otras cosas en el medio del patio. Y dezían cuando las enterravan: "Aquí havemos plantado uitztli y yetl. De aquí nacerá la comida y bevida de nuestros hijos y nietos. No se perderá." Querían dezir que por virtud de aquella ofrenda sus hijos y nietos havían de ser prósperos en este mundo.